domingo, 20 de marzo de 2016

EL DOLOR (1898). ÉMILE FRIANT. Museo de Bellas Artes de Nancy. Realismo


 

 
   ÉMILE FRIANT (1863-1932), nacido en Deuze, pero afincado desde niño en Nancy, fue un pintor naturalista, adscrito a la Escuela de Nancy, de la que fue alumno y profesor. No obstante, su arte no está vinculado al Art Nouveau, que sería la expresión artística que adoptaría dicha Escuela, con todo un elenco de artesanos, decoradores, pintores, vidrieros, ebanistas, etc. De hecho, las obras de Friant fueron criticadas por ser excesivamente cercanas a la fotografía, lo cual no era extraño, ya que el artista siempre se mostró interesado tanto por el arte fotográfico como por las nuevas tecnologías que surgían en esa época. Estas opiniones adversas no le impidieron tener un reconocimiento más que notable en su tiempo, aunque, inexplicablemente, caería en el olvido tras su muerte.
 
  "EL DOLOR" es una de sus obras más conocidas. Es una pintura de un realismo intenso, sobre todo en las expresiones de los rostros. La escena es de una dramática teatralidad, que el artista consigue con una composición muy efectista: la viuda presenta un rostro más iluminado, llevando así el protagonismo del cuadro, que las dos mujeres que la sujetan, cuyos rostros se atisban tras unos velos negros semi transparentes. Sin embargo, las damas situadas detrás a modo de cortejo de plañideras, tienen la faz completamente oculta tras unos mantos mucho más opacos. Un grupo de hombres de edad madura, a una distancia respetuosamente alejada, parecen permanecer en una actitud que oscila entre la indiferencia y el azoramiento que supone la excesiva demostración de pena por parte de la viuda. La única figura de este grupo masculino que mira directamente a lo que acontece ante la fosa, es un hombre joven y por tanto, más atrevido.
   La elección de los colores es perfecta para expresar el momento de introducir a un difunto en su tumba: marrones y ocres para la tierra removida donde ha de ir el ataúd; negras vestimentas de luto y oscurísimo ciprés a un lado. Oscuro instante el de dar sepultura a alguien muerto recientemente. Sin embargo, el fondo del cementerio se ve iluminado; allí ese dolor visceral ya ha pasado y solo queda la paz eterna.

 

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