miércoles, 16 de marzo de 2016

CALÍGULA (Anzio, 12 dc- Roma 41 dc)

 
   La figura de Calígula ha llegado ha nuestros días como paradigma de la degeneración. Remitiéndose a documentos históricos parece no caber duda de que sufría algún tipo de desequilibrios mentales; el grado de estos es muy difícil de precisar, ya que los intereses políticos, las filias y fobias de senadores y la tendencia al absolutismo del propio emperador, influyen sobremanera en los matices que les convenía resaltar a las distintas fuentes en el momento  de escribir datos biográficos sobre el personaje.
   Cayo Julio Germánico fue el tercer emperador del Imperio Romano y miembro de la dinastía Julio- Claudia, instituida por Augusto. Era hijo de Germánico, sobrino e hijo adoptivo del emperador Tiberio. Desde niño estaba acostumbrado a moverse entre los legionarios, pues solía acompañar a su padre. Los soldados comenzaron a llamarle cariñosamente Calígula (“botitas”) en referencia a las caligae que calzaban los legionarios y que el niño portaba también en versión infantil.
   Calígula llega al poder con 23 años y parece ser que los primeros tiempos de su gobierno no fueron excesivamente malos, pero su nula capacidad para administrar correctamente los fondos públicos acabó sumiendo al pueblo romano en la ruina debido a los severos impuestos que les imponía para paliar la situación económica. Los delirios de grandeza tampoco ayudaban mucho a su popularidad: pretendía ser adorado como un Dios y emprendió costosísimas obras para ser recordado como tal. Hasta aquí nada que no se pueda achacar a otros gobernantes que tuvo Roma. Todo esto queda eclipsado por las barbaries que se atribuyen a su persona y que nunca sabremos si son ciertas: nombrar cónsul a su caballo, relaciones incestuosas con sus hermanas, ridiculizar a sus tropas en la Galia obligándoles a recoger conchas, etc
   El 24 de Enero del 41 dc, el jefe pretoriano, apoyado por su guardia, dio muerte a Calígula asestándole un hachazo en el cuello. El sucesor del difunto emperador fue su tío Claudio, un personaje que había pasado totalmente desapercibido por su capacidad para “hacerse el tonto” aprovechando su tartamudez y cojera y que la Historia demostró que de pocas luces no tenía nada. Era un superviviente, al contrario que su sobrino.
   Los romanos hacían unos retratos que, aunque algo idealizados en ciertos periodos, procuraban ajustarse bastante a la imagen real del retratado. Calígula se nos muestra simplemente como un muchacho bien parecido, sin ningún rasgo de expresión que pueda dar pistas sobre su personalidad (quizás porque murió joven y no tuvo tiempo a que los estragos de la vida hicieran mella en su rostro).
 

   SIR LAWRENCE ALMA-TADEMA, ejemplo injustamente olvidado durante mucho tiempo del neoclasicismo victoriano, tenía especial predilección por reflejar la Antigüedad Clásica. En 1871 pinta "UN EMPERADOR ROMANO, 41 DC", donde escenifica el asesinato de Calígula y la proclamación de Claudio como emperador. Calígula yace muerto en el suelo, al lado de una estatua marcada con las manos ensangrentadas del tirano que debió agarrarse a esa figura mientras iba cayendo agonizante. El ya no importa nada a la turba que tiene delante. Ahora ha de rendirse pleitesía al nuevo emperador, Claudio, que había permanecido escondido y aterrorizado tras el cortinaje verde mientras se daba muerte a su sobrino. Como un niño asustado, el nuevo rey de Roma, echa su cuerpo hacia atrás mientras uno de los pretorianos le hace una reverencia. Es el personaje más humanizado de toda la obra; Tadema reflejó a la perfección en el rostro de Claudio toda la timidez, el miedo y la pusilanimidad que se le habían achacado hasta el momento de los hechos. El pintor usó colores fuertes para potenciar la suntuosidad de los ropajes y el escenario. La vestimenta más sencilla es precisamente, la del nuevo Emperador: una gran túnica blanca que cubre incluso su cabeza y que tiene unos pliegues magníficamente realizados por el artista.
 
 

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