Los romanos eran profundamente terrenales y prácticos incluso para la muerte. El concepto de vida eterna era algo que no tenían muy “pulido”, por eso solían incluir una súplica a favor del difunto en las estelas funerarias de piedra que colocaban a modo de monumento conmemorativo en el mundo romano precristiano. La más común era SIT TIBI TERRA LEVIS, locución latina traducida como “que la tierra te sea leve” (hoy en día se sigue empleando, aunque la mayoría de la gente no sabe su origen). Frecuentemente se inscribía nada más que la abreviatura S.T.T.L, muchas veces acompañada de H.S.E (HIC SITUS EST, traducido “Aquí yace”). Muy seguros no estaban de la vida en el más allá, porque este ruego no deja de ser más que el deseo de que la tierra de la sepultura no oprimiera mucho el cuerpo que allí yacía. Pero como “Eu non creo nas meigas mais habelas hainas”, solían añadir alguna frase de exaltación del fallecido, cuando no de ánimo, para facilitar su paso a otro posible mundo.
En el Museo Arqueológico de Oviedo se puede contemplar una estela sepulcral de cuarcita, cuya datación es del siglo I-II dc, en honor a Lucio Valerio Póstumo. Fue encontrada a finales del siglo XIX en la zona conocida como la Arnosa, cerca del pueblo La Viliella (Cangas del Narcea, Asturias). En la zona del rio Ibias los romanos abrieron varias explotaciones auríferas; así que probablemente, este personaje estuviera encargado de alguna de ellas. La inscripción reza lo siguiente:
L. VALERIUS
POSTUMUS
VX. AN. L
H. S. EST
S.T.T.L
Estas abreviaturas vendrían a decir: L. Valerius Postumus vixit annos L. Hic situs est. Sit tibi terra levis. Traducido al castellano: Lucio Valerio Póstumo vivió 50 años. Yace aquí. Que la tierra te sea leve.POSTUMUS
VX. AN. L
H. S. EST
S.T.T.L
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