En algunas biografías de Strindberg solo se alude a su condición de dramaturgo, cuyas obras tuvieron gran influencia en el teatro moderno; pero su compleja y a veces desequilibrada personalidad le llevó a internarse en otros campos, como la fotografía o la pintura.
No comienza a pintar hasta la década de 1870, después de sufrir una de sus crisis existenciales. Parte cercano al Romanticismo, sumergiéndose en representaciones paisajísticas simbólicas; pero la impronta sumamente personal y libre que le da a su pintura recuerdan a las vanguardias que se pondrán de moda en la segunda mitad del siglo XX. No hay más que contemplar los dinámicos golpes de espátula, con colores sin mezclar en ocasiones, para que nos venga a la mente el expresionismo abstracto del que hizo gala posteriormente Jackson Pollock.
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