domingo, 19 de junio de 2016

MARÍA PACHECO, la leona de Castilla


   María Pacheco forma parte de ese nutrido grupo de mujeres que la nunca bien enseñada Historia de España relegó al olvido. Con mayor o menor detalle, todos tenemos conocimiento de la Rebelión de los Comuneros en Castilla, e incluso podemos recitar de carrerilla el nombre de su lideres; sin embargo la figura de esta gran luchadora pasó durante siglos al ostracismo, hasta que los liberales, en el reinado de Isabel II, rescataron su figura.
   Hija del marqués de Mondéjar y de hija de Juan Pacheco, marqués de Villena, recibió una educación inmejorable. Su padre era un gran admirador de la cultura renacentista e hizo algo inusual en aquella época: educar a sus hijos sin distinción de sexo. Con este bagaje, María se convirtió en una mujer segura y fuerte, capaz de enfrentarse a convencionalismos. Una muestra sería su inicial negativa a contraer matrimonio con el caballero toledano Juan de Padilla, porque era una boda impuesta, el novio era de linaje inferior y simplemente, no le gustaba. Los esponsales acabaron por celebrarse y, como ocurría a veces con las bodas pactadas, llegaron a profesarse un gran amor.
   La llegada de Carlos I a Castilla, procedente de Flandes  para tomar la corona, causó un profundo malestar en la nobleza. Era un rey que ni siquiera hablaba español, venía acompañado de una corte de flamencos que se hicieron con los mejores puestos del reino y solicitaba continuamente fondos castellanos para cumplir su deseo de ser emperador del Sacro Imperio Romano. Vamos que, en principio, le importaban más los Estados Alemanes que las Españas. Con estos mimbres estalla el movimiento comunero en Castilla el 16 de Abril de 1520, adquiriendo tintes de revolución social. Juan de Padilla, que era Capitán de gente de armas en Toledo, es uno de los cabecillas junto a Juan Bravo y Francisco Maldonado. Intentaron que Juana la loca, tomara las riendas de un reino que le correspondía legítimamente. El 23 de abril de 1521, los tres son apresados y decapitados en Villalar.
   María siguió bravamente la labor de su esposo y rodeada de caballeros leales, se hizo fuerte en Toledo antes de rendirse a las fuerzas imperiales, pero no sin antes luchar de una manera épica. La Pacheco consigue huir, disfrazada, a Portugal. Carlos I nunca le otorgaría el perdón. Ni siquiera permitió que sus restos, a su muerte en Oporto en 1531, pudieran reposar junto a los de su esposo en Villalar.

    VICENTE DE BORRÁS Y MOMPÓ, pintor y restaurador español, dedicado principalmente a la pintura de historia, realizó en 1881 "MARÍA PACHECO DESPUÉS DE VILLALAR". El cuadro fue muy elogiado por la crítica y premiado con una medalla en la Exposición de 1981. Recoge el momento en que María es informada de la derrota de las tropas comandadas por su marido. Vestida de negro, se apoya en la mesa con un gesto desesperado, mientras dos damas hacen amago de consolarla y los soldados observan cabizbajos y respetuosos el dolor de la reciente viuda. El dibujo es excelente, los colores están muy bien aplicados y forma unos claroscuros muy efectistas; pero quizás el dramatismo de la escena hubiera necesitado de unos personajes menos estáticos, que le dan una frialdad a un momento que debió ser muy intenso.
El cuadro fue adquirido por el Estado y depositado en la Universidad de Barcelona.

                          

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