sábado, 4 de junio de 2016

LA ESCALERA DE JACOB



   Por las malas relaciones con su hermano Esaú y siguiendo los consejos de su madre Rebeca, Jacob se fue de su hogar, camino de Harán en Mesopotamia, a casa de su tío Labán.
   Agotado por el largo trayecto decide descansar y coge una piedra para apoyar la cabeza en ella a modo de almohada. En sueños ve una escala que llegaba desde la tierra hasta el cielo y por la que subían y bajaban ángeles. Dios se encontraba en el extremo superior. Desde allí le prometió una larga descendencia. Así sucedería, ya que el patriarca Jacob contrajo sucesivos matrimonios con las hijas de su tío Labán, Lía y Raquel. De estas uniones surgieron los cabecillas de lo que serían las 12 tribus de Israel.

   La imagen del sueño de Jacob ha sido prolíficamente representada en el mundo del Arte. La iconografía ha ido evolucionando visiblemente a lo largo del tiempo: en el arte paleocristiano y medieval nos encontramos con unas humildes escalas.
Catacumba de Vía Latina. Ss III- IV

Pasado el tiempo, en el Renacimiento (ss XV y XVI), RAFAEL SANZIO convertiría  ese elemento sencillo en el comienzo de una monumental escalera. La obra se encuentra en las Loggias Vaticanas

 El visionario WILLIAM BLAKE, en 1800, refleja el episodio bíblico como si de una onírica visión se tratara, con una llamativa escala helicoidal poblada de estilizadas figuras. Realizada en lápiz, acuarela y tinta, se encuentra en el British Museum.

Ya en el siglo XX, MARC CHAGALL, volvería a la sencillez de la escalera, pero rodeándola de un halo de fantasía y sueño de color. Como era su costumbre usaba los toques cubistas cuando le convenía, pero sin ser esclavo de restricciones teóricas de ningún tipo. Chagall procedía de una familia judía y según sus propias palabras “Desde mi primera juventud quedé cautivado por la Biblia. Siempre me pareció, y aún me lo parece, la fuente de poesía más grande de todos los tiempos. Desde entonces, he buscado eses reflejo en la vida y el arte”.

                             

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