miércoles, 15 de junio de 2016

LUCIFER, el ángel caído. GUILLAUME GEEFS (1805-1883)

  En 1837 el escultor belga Guillaume Geefs recibe el encargo de labrar el púlpito de la Catedral de San Pablo en Lieja, cuyo tema fue el triunfo de la religión sobre el llamado “genio del mal”. Geefs siguió la línea de la escultura pública monumental que él y su familia de escultores levantaron en honor a las personalidades públicas del momento, tan en boga a raíz del espíritu nacionalista que siguió a la independencia de Bélgica en 1830. Las técnicas del realismo se asociaron con la restrictiva disciplina neoclásica, inclinándose también la obra hacia el heroísmo romántico, especialmente en la figura de Lucifer.
   La escultura de Lucifer, sedente y labrada en mármol blanco fue encomendada a Joseph Geefs, hermano de Guillaume, e instalada en la base de las escaleras de la parte posterior del púlpito. Sin embargo, fue criticada desde el primer momento por no representar un ideal cristiano y resultar “demasiado sublime”. La prensa local afirmaba, además, que Lucifer distraía a las chicas jóvenes que acudían al templo. Por ello, el obispo Van Bommel ordena la retirada de la escultura y encarga a Guillaume una obra similar, pero de cariz diabólico.
   Lejos de inspirar repugnancia, la nueva creación sorprendía por su perfecto acabado, su gracia y su actitud elegante e incluso poética. Quitando las alas de murciélago y la serpiente languideciendo en la base rocosa, más parece un Adonis que un Lucifer.
   Este “genio del mal” muestra a los fieles las consecuencias del castigo divino: el rostro abatido, grilletes en el tobillo derecho y la muñeca izquierda y el brazo derecho cubriendo la cabeza para expresar temor hacia Dios. Su anatomía musculosa posee detalles monstruosos como los cuernos que salen del pelo revuelto y las uñas estrechas y alargadas a modo de garras. Pese a las exigencias del clero, Guillaume no renunció del todo a humanizarlo, pues lo recreó como un hombre atractivo, evocando el tema de la belleza del diablo. Además, nada más humano que una lágrima deslizándose por el rostro.



Lucifer. Catedral de Lieja. 165x77x65

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