Sol ha conseguido una estética muy particular para sus obras gracias a la mezcla de rostros ejecutados de una manera clásica con entornos caóticos de diferentes texturas. El conjunto resultante es un personaje inmerso en un paisaje mágico de colores que chorrean desordenadamente.
Tras un viaje a Estambul, donde contempló el arte bizantino en todo su esplendor, introduce el dorado en sus últimos trabajos, acentuando aún más si cabe, la combinación clásica y moderna.
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