Con su atención al detalle, este joven pintor italiano nos ofrece una visión muy íntima de la realidad. Para ello se vale de una paleta de colores suaves, acentuados por una magnífica utilización de la luz. La iluminación brillante, pero ligeramente amarillenta, nos lleva a reconocer de inmediato a Italia como escenario de la mayoría de sus obras. El espectador puede percibir casi físicamente la calidez del sol en las distintas tonalidades amarronadas que este proyecta sobre los viejos edificios; pero también el frescor que proporciona el verde de la vegetación en esos primeros planos de ventanas y balcones. Con sus pinceles consigue sacar belleza de lo viejo.
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