Petrus Van Schendel se puede encuadrar, con todos los parámetros cumplidos, dentro del Romanticismo belga, por sus composiciones, temática e iluminación. Aunque también pintó algunos retratos y paisajes, se dedicó sobre todo a las escenas bíblicas y la pintura de género. Esta última constituye el grueso de su obra más conocido. Casi siempre plasma ambientes nocturnos con la luz de la luna difuminada al fondo y luz de velas o lámparas que centran la atención del cuadro. Llegó un momento en que se dedicó a pintar casi exclusivamente este tipo de escenas, aunque en los últimos años de su vida añadió iluminación de bengalas y electricidad en su repertorio.
Van Schendel llegó a considerar los claroscuros producidos por la combinación de estas luces como una especialidad “única”. Según sus palabras: “Yo practico, sobre todo, un arte que yo mismo he creado, es decir, luz de velas, etc en combinación con la luz de la luna”. En realidad, no dejaba de ser un claro ejemplo de pintor romántico que se adscribió a un repunte del caravaggismo que se dio por aquella época en los Países Bajos.
Sus pinturas, en las que predomina la plasmación de mercados, dan una impresión sobrenatural (los grises brumosos de la luna) pero acogedora (los tonos cálidos de las velas y lámparas) a sus escenas urbanas. Son lo que se podría definir como “una mentira agradable”. Su “Natividad” (1858) se ha repetido miles de veces en copias. Esa iluminación concuerda totalmente con la idea del espíritu navideño.
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