lunes, 11 de abril de 2016

DAVID- No hay enemigo pequeño

 
    David representa la victoria del pequeño contra el grande. Su historia alimenta la ilusión humana de vencer a la adversidad e incluso al destino con nuestras propias manos.
   David o “el elegido de Dios” (h 1040-966ac) fue, según la Biblia, un rey israelita, sucesor de Saúl y 2º monarca del reino de Israel. Uno de sus hijos fue el rey Salomón.
Nació en Belén, territorio de la tribu de Judá ( El nacimiento de Jesucristo se hizo coincidir en la misma ubicación para que se cumpliera la profecía, además de entroncar al Salvador con la casa de David).
   Durante el reinado de Saúl, Israel estaba en guerra contra los filisteos, que tenían en sus filas a un líder de características excepcionales: el gigante Goliat. Este coloso, seguro de su poder, desafío al ejército israelí proponiéndoles que escogieran a su mejor hombre para luchar contra él. Si conseguía vencerlo, los filisteos se plegarían a Israel. El joven David se ofreció para realizar la hazaña y ante el gigante se presentó nada más que armado con una honda. Goliat se burlaba del muchacho cuando lo vio recoger piedras de un arroyo. No imaginó que una de ellas acabaría estampada en su frente al ser impulsada por la honda. Cuando el gigante cayó al suelo, David le cortó la cabeza.
   Fue su primera victoria y el inicio de los celos y la persecución por parte del rey Saúl. Cuando este y su hijo murieron y por tanto, su casa quedó anulada, David gobernó durante 40 años sobre Israel, 7 sobre Hebrón y 33 en Jerusalén.
 
   Una de las obras más representativas del Quattocento italiano es “David” de DONATELLO (1386-1466). Fue realizada por el genial artista florentino hacia 1440, aunque esta datación siempre está sometida a controversia. La inspiración de Donatello es eminentemente clásica: la figura aparece idealizada, siempre buscando más la belleza que la expresividad; además se muestra en una postura relajada a través de un contraposto clásico de brazos y piernas, con un suave desplazamiento de la cadera al modo praxiteliano.
El canon utilizado es muy esbelto, por lo que se origina la figura de un efebo un tanto andrógino que lleva a pensar en un mensaje de tipo homosexual por parte del escultor.
Es una estatua realizada para una visión frontal y que busca, ante todo, suavidad y elegancia. La luz que resbala sobre el bronce maravillosamente pulido acentúa estas sensaciones. Sabemos de la violencia de la historia, pero no la percibimos en las formas de este joven. Solo la espada y la cabeza de Goliat bajo sus pies dan fe de la truculencia del episodio.

 
                                     Bronce,158 cm. Museo Nazionale de Bargello, Florencia (Italia)


  El Renacentista florentino MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI (1475-1464) creó esta obra entre 1501 y 1504 por encargo de la Opera del Duomo de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia.
En un principio se situó en la Plaza de la Signoria, donde reemplazó a “Judit y Holofernes” de Donatello (cuya obra Buonarroti había estudiado con detenimiento). El emplazamiento suscitó una agria controversia en aquel tiempo, ya que la figura parecía dirigirse hacia donde el papa Alejandro VI había cobijado a los Medici, expulsados de la ciudad por el gobierno florentino. Actualmente esta ubicado en la Glorieta de la Academia de Florencia.
   El David de Miguel Ángel supone la culminación del proceso de reconstrucción de los clásicos que ya se había reemprendido en el Quattrocento. Como buen conocedor de la estatuaria antigua, el artista presenta una figura de tamaño colosal calculada a la perfección, tanto en proporciones como en posición; aunque bien es cierto que estas cuestiones no se corresponden fielmente con las clásicas (cabeza muy grande, brazos demasiado largos y manos grandes y pesadas), quizás debido a un toque de manierismo por parte del escultor o a que simplemente la obra estaba ideada para otra ubicación que permitía verla de una manera más correcta. Lo que no se puede dudar como herencia clásica es el contraposto de la figura, originado porque la escultura se apoya completamente en el pie derecho, haciendo que la parte izquierda del cuerpo se balancee hacia la derecha.


El rostro se presenta idealizado, con una expresión serena pero a la vez, muy decidida. Con una mano sostiene la honda con la que ha de dar muerte a Goliat, mientras que la que debía permanecer en descanso aparece con venas y músculos muy marcados, como si se quisiera anticipar al movimiento que ha de hacer pero conteniendo toda la energía que ha de desatar en breves momentos.


Para tallar esta obra, Miguel Ángel partió de un bloque de mármol de Carrara que había estado olvidado en los talleres del Duomo de Florencia durante 40 años, seguramente esperando a que el genio sacara del interior de la piedra al colosal David, que mide 4´10 m y pesa 5´5 toneladas.
Antiguamente, la escultura contenía elementos de oro en su base simbolizando el esplendor y el poder del futuro rey de Israel.

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